Alguna vez en mi experiencia profesional docente, he oído con pena y
asombro algunos comentarios como: “el estado me paga muy poco, me dedicaré a mi
negocio” o “no vale la pena estudiar educación” de la boca de mis propios
colegas de trabajo. En cierta forma diremos que en el Perú nuestro sistema educativo
y las reformas que se plantean han sido pocas eficaces para la dichosa calidad
educativa. Se refleja una baja inversión de sólo el 3,6% del PBI, pero un poco
más que años anteriores. Además, el salario de un docente ha venido aumentándose
desde los 1200 soles de hace 4 cuatro años atrás a los 1800 entre 2000 soles
con la llegada de la reforma magisterial. Pero en síntesis queremos hablar
exactamente en este escrito sobre la vocación docente.
Hace 8 años ingresé a la Universidad Nacional del Altiplano, a la Facultad
de Educación con la firme vocación de querer ser maestro y escritor. Me encontré
con muchachos y muchachas que no compartían mi edad y tampoco mis gustos por la
literatura a excepción de unos 4. Entonces quise saber el porqué de las
diferencias abismales de edades y aún más, por qué esos veintitantos
estudiantes mostraban cierta aversión a la literatura y, por ende, tendré que
decirlo así, a la carrera que habían escogido. A medida que fui conociendo a aquellas
personas me di cuenta empíricamente que no habían elegido la carrera docente porque
les gustase, muy por el contrario, la habían elegido por obligación a estudiar
alguna carrera. Me contaban en sus tiempos libres que habían intentado por años
ingresar a carreras “de mayor prestigio” como: derecho, ingenierías y medicina,
pero no lo consiguieron, resignados a seguir intentándolo postularon a la Facultad
de Educación. Esto explicaba la diferencia de edades entre mis compañeros y yo,
y los gustos que teníamos por la literatura. Además, de alguna u otra manera se
relacionaba con los comentarios de mis colegas; es decir, ellos no tenían la vocación
de ser docentes, solo fueron por obligación y resignación.
La carrera profesional de educación por lo expuesto, se ha visto denigrada
y despreciada por la sociedad, a ser vista como la última opción para estudiar
y el peor trabajo que se puede ejercer en el Perú, muy a pesar de ser la fuente
de crecimiento y desarrollo de cualquier comunidad. Esta realidad nos lleva a
expresar nuestro rechazo de tales ideas. Dado que se observa en muchas de las ciudades
de al menos la región Puno, la existencia de varias academias de nivelación con
el propósito de insertar a los estudiantes egresados de la secundaria a las
diferentes carreras profesionales de mayor demanda. Incluso se ha ofertado
dichas vacantes por medio de la corrupción, llegando cada postulante a pagar
por ingresar a una carrera “de prestigio”, sumas exorbitantes de hasta 20000
soles. Ninguno de los que pagaban por ingresar lo hacía por una carrera de la Facultad
de Educación. Tampoco se demuestra en los exámenes de admisión que los mejores
puntajes de los ingresantes fuesen por las carreras de educación; no obstante,
las que resaltan son las carreras de medicina, ingenierías, derecho. Por lo que
se comprueba que incluso los padres de familia no apuestan por la carrera
docente y con mucha razón no apuestan por el futuro del país, sino por los
intereses personales de sus hijos. Me parece sin duda, que buscar un futuro con
solvencia económica de los hijos es lo más lógico. Pero apostar por el
desarrollo del país, me parece una idea muy razonable que nadie quiere ver en
el Perú. Puesto que la educación de una sociedad significa el desarrollo de la
misma.
Más allá de las deficiencias que todavía existen en nuestro sistema
educativo y las brechas salariales, cada uno de nosotros deberíamos aportar a
la mejora de la calidad educativa. En casa los padres de familia, tenemos la obligación
de inculcar valores y deberes a los hijos, para que en un futuro no muy lejano
tengamos menos que hablar de delincuencia y corrupción. Los docentes tenemos la
obligación de prepararlos académicamente, bajo todos los preceptos de la
moralidad y, explicar y hacer entender a nuestros estudiantes que ser maestro,
estudiar educación, no es ser la última opción de una sociedad, sino la
primordial, el eje de toda sociedad. Para que después de 10 o más años no se
oiga más lo que hoy por hoy se escucha de la boca de muchos maestros: “el estado
me paga muy poco, me dedicaré a mi negocio” o “no vale la pena estudiar educación”.
FranK
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