lunes, 25 de mayo de 2020

Fobia a la Educación

Alguna vez en mi experiencia profesional docente, he oído con pena y asombro algunos comentarios como: “el estado me paga muy poco, me dedicaré a mi negocio” o “no vale la pena estudiar educación” de la boca de mis propios colegas de trabajo. En cierta forma diremos que en el Perú nuestro sistema educativo y las reformas que se plantean han sido pocas eficaces para la dichosa calidad educativa. Se refleja una baja inversión de sólo el 3,6% del PBI, pero un poco más que años anteriores. Además, el salario de un docente ha venido aumentándose desde los 1200 soles de hace 4 cuatro años atrás a los 1800 entre 2000 soles con la llegada de la reforma magisterial. Pero en síntesis queremos hablar exactamente en este escrito sobre la vocación docente.

Hace 8 años ingresé a la Universidad Nacional del Altiplano, a la Facultad de Educación con la firme vocación de querer ser maestro y escritor. Me encontré con muchachos y muchachas que no compartían mi edad y tampoco mis gustos por la literatura a excepción de unos 4. Entonces quise saber el porqué de las diferencias abismales de edades y aún más, por qué esos veintitantos estudiantes mostraban cierta aversión a la literatura y, por ende, tendré que decirlo así, a la carrera que habían escogido. A medida que fui conociendo a aquellas personas me di cuenta empíricamente que no habían elegido la carrera docente porque les gustase, muy por el contrario, la habían elegido por obligación a estudiar alguna carrera. Me contaban en sus tiempos libres que habían intentado por años ingresar a carreras “de mayor prestigio” como: derecho, ingenierías y medicina, pero no lo consiguieron, resignados a seguir intentándolo postularon a la Facultad de Educación. Esto explicaba la diferencia de edades entre mis compañeros y yo, y los gustos que teníamos por la literatura. Además, de alguna u otra manera se relacionaba con los comentarios de mis colegas; es decir, ellos no tenían la vocación de ser docentes, solo fueron por obligación y resignación.

La carrera profesional de educación por lo expuesto, se ha visto denigrada y despreciada por la sociedad, a ser vista como la última opción para estudiar y el peor trabajo que se puede ejercer en el Perú, muy a pesar de ser la fuente de crecimiento y desarrollo de cualquier comunidad. Esta realidad nos lleva a expresar nuestro rechazo de tales ideas. Dado que se observa en muchas de las ciudades de al menos la región Puno, la existencia de varias academias de nivelación con el propósito de insertar a los estudiantes egresados de la secundaria a las diferentes carreras profesionales de mayor demanda. Incluso se ha ofertado dichas vacantes por medio de la corrupción, llegando cada postulante a pagar por ingresar a una carrera “de prestigio”, sumas exorbitantes de hasta 20000 soles. Ninguno de los que pagaban por ingresar lo hacía por una carrera de la Facultad de Educación. Tampoco se demuestra en los exámenes de admisión que los mejores puntajes de los ingresantes fuesen por las carreras de educación; no obstante, las que resaltan son las carreras de medicina, ingenierías, derecho. Por lo que se comprueba que incluso los padres de familia no apuestan por la carrera docente y con mucha razón no apuestan por el futuro del país, sino por los intereses personales de sus hijos. Me parece sin duda, que buscar un futuro con solvencia económica de los hijos es lo más lógico. Pero apostar por el desarrollo del país, me parece una idea muy razonable que nadie quiere ver en el Perú. Puesto que la educación de una sociedad significa el desarrollo de la misma.

Más allá de las deficiencias que todavía existen en nuestro sistema educativo y las brechas salariales, cada uno de nosotros deberíamos aportar a la mejora de la calidad educativa. En casa los padres de familia, tenemos la obligación de inculcar valores y deberes a los hijos, para que en un futuro no muy lejano tengamos menos que hablar de delincuencia y corrupción. Los docentes tenemos la obligación de prepararlos académicamente, bajo todos los preceptos de la moralidad y, explicar y hacer entender a nuestros estudiantes que ser maestro, estudiar educación, no es ser la última opción de una sociedad, sino la primordial, el eje de toda sociedad. Para que después de 10 o más años no se oiga más lo que hoy por hoy se escucha de la boca de muchos maestros: “el estado me paga muy poco, me dedicaré a mi negocio” o “no vale la pena estudiar educación”.

FranK



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